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IV. El juicio de Dios por las abominaciones de Israel.

A. En el sexto año, sexto mes, del exilio de Judá.

1. Las imágenes de ídolos que provocan el celo a Dios. 

a. 8:1 En el sexto año, en el sexto mes, a los cinco días del mes, aconteció que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí. Allí se posó sobre mí la mano de Jehová el Señor. 

b. 8:2 Miré, y en ese momento vi, una figura que parecía de hombre. Era de fuego desde su cintura hacia abajo, y desde su cintura para arriba parecía resplandor. El aspecto era de bronce refulgente. 

c. 8:3 Aquella figura extendió la mano, y me tomó por las greñas de mi cabeza. El Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra. Me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del ídolo. La que provoca celo a Dios. 

d. 8:4 Mire, y allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo. 

e. 8:5 Me dijo: Hijo de hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del norte. Alcé mis ojos hacia el norte, y en ese momento, miré al norte, junto a la puerta del altar, a aquella imagen que provoca celo a Dios, en la entrada. 

f. 8:6 Me dijo en ese instante: Hijo de hombre, ¿no ves lo que hacen estos, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi santuario? Pero ve aún, y verás mayores abominaciones. 

g. 8:7 Me llevó a la entrada del atrio, miré, y había en la pared un agujero.

2.  Las abominaciones de ídolos de animales, reptiles y bestias.

a. 8:8 Me dijo: Hijo de hombre, cava ahora en la pared. Cavé en la pared, y había una puerta.

b. 8:9 Luego me dijo: Entra, y ve las malvadas abominaciones que estos hacen allí.

c. 8:10 Entré, y miré; vi toda forma de reptiles, bestias abominables. Y todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared por todo alrededor.

3. Las abominaciones de los ancianos en sus cámaras.

a. 8:11 Delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías, hijo de Safán, en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano. Y subía una nube espesa de incienso.

b. 8:12 Me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes? Porque ellos dicen: Jehová no nos ve; Jehová ha abandonado la tierra.

c. 8:13 Me dijo después: Vuélvete aún, y verás mayores abominaciones que estos hacen.

d. 8:14 Me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; y vi a mujeres que estaban allí sentadas llorando ante Tamuz.

e. 8:15 Luego me dijo: ¿No ves, hijo de hombre? Ve aún, verás más abominaciones mayores que estas.

4. La adoración al sol y la aplicación del ramo a la nariz.

a. 8:16 Me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová. Mire, junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, de espaldas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente. Adoraban al sol, postrándose hacia el oriente.

b. 8:17 Me dijo: ¿No has visto, hijo de hombre? ¿Es cosa ligera para la casa de Judá hacer las abominaciones que hacen aquí? Después que han llenado de maldad la tierra, se volvieron a mí para irritarme. Mira, que ya me apestan sus actos repugnantes.

c. 8:18 También yo procederé con furor; mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia. Gritarán para ser oídos por mí, a gran voz, pero no los oiré.

“A Israel no le importaba lo que hacía, fueron capaces de provocar el celo a Dios, a través de idolatrías, de imágenes espantosas. A Dios ya le apestan sus actos repugnantes. Confiando en los ídolos y no en Dios. El problema grave fue que aún no se conformaron de ser idólatra fuera del templo, sino que trajeron sus imágenes para adorarla dentro del templo, en los lugares santos de Dios. Y aún más hicieron lugares escondidos, pasajes secretos para adorar al sol. Dentro del mismo templo. Fue y es abominable lo que hicieron, dejar la adoración espiritual a Dios. Para buscar la adoración a ídolos dentro del templo, santo de Jehová. Creyendo que Dios no los veía. Por esta razón, y otras muchas más, Dios trajo la destrucción del templo. Ya que no lo adoraban a él, sino a los ídolos. Y esto mismo sucede en la actualidad, en los templos que son para adorar a Dios, están llenos de imágenes repugnantes a Dios.”


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