Capítulo 9
B. La muerte por la culpabilidad de los israelitas.
1. Los verdugos
salieron a dar muerte a toda Israel.
a. 9:1 Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo:
Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su
instrumento para destruir.
b. 9:2 En efecto, seis varones venían del camino
de la puerta de arriba que mira hacia el norte, y cada uno traía en su mano su
instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el
cual traía a su cintura un tintero de escribir. Entraron y se pararon junto al
altar de bronce.
2. Una señal en
la frente para el que gime y clama.
a. 9:3 La gloria del Dios de Israel se elevó de
encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa. Y llamó
Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribir.
b. 9:4 Le dijo Jehová: Pasa por en
medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente
a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se
hacen en medio de ella.
3. El
que no tenía la señal era ajusticiado con muerte.
a.
9:5 Y a los otros dijo, yo oyéndolo: Pasen por la ciudad en pos de él, y
mátenlo; cuando los miren no los perdonen, ni tengan misericordia.
b.
9:6 Den muerte a viejos, jóvenes, vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede
ninguno. Pero a todo aquel que tenga una señal, no los maten; y comenzarán por
mi santuario. Comenzaron, por tanto, desde los varones ancianos que estaban
delante del templo.
c.
9:7 Les dijo: Contaminen la casa, y a los atrios con los cuerpos muertos;
salgan. Salieron, y mataron en la ciudad.
4. La destrucción
de Judá e Israel por su gran maldad.
a. 9:8 Aconteció que cuando ellos iban matando me
quedé yo solo. Me postré sobre mi rostro, clamé y dije: ¡Ah, Señor Jehová!
¿Destruirás a todo el remanente de Israel derramando tu justicia sobre
Jerusalén?
b. 9:9 Me dijo: La maldad de la casa de Israel y
de Judá es tan grande, que sobrepasa el límite de la maldad. Porque la tierra
está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad. Porque se han
atrevido a decir: Jehová ha abandonado la tierra, y Jehová no ve.
c. 9:10 Así, por tanto, haré yo; mi justicia no
los perdonará, ni tendré de ellos misericordia. Haré recaer el camino de ellos
sobre sus propias cabezas.
d. 9:11 Mirando, al varón vestido de lino, que tenía el tintero a su cintura, respondió una palabra, diciendo: He hecho conforme a todo lo que me mandaste.
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